Como éste -la disciplina del estudio- es un tema recurrente entre madres, profesores y alumnos en nuestra escuela, me pareció interesante colocarlo en este blog, para la lectura y reflexión de todos. Sin más, ésta es la transcripción del artículo:
"Cuando las gentes de mi generación nos hicimos hombres y mujeres, heredamos algunas convicciones inquebrantables sobre nuestra realidad cultural. Una de las más firmes era que los venezolanos no teníamos capacidad para la dura disciplina que requiere la ejecución de los instrumentos de la orquesta. No estoy hablando de la prehistoria del país, toda persona relacionada con la cultura opinaba hace treinta años, más o menos, en los términos que esquematizo a continuación:
La calidad armónica y rítmica de las composiciones y ejecuciones populares revela que en Venezuela habita un pueblo inmensamente dotado para la música. Como anverso de esa virtud tenemos el hecho de que casi todas esas personas talentosas son increíblemente indisciplinadas y díscolas.
La Orquesta Sinfónica Venezuela nos presentaba la irrefutable prueba del divorcio entre el talento y la disciplina: casi medio siglo después de fundada, más de 85% de sus músicos eran extranjeros. En conclusión, se sabía a ciencia cierta que los venezolanos -mucho tiempo antes de Abreu- a pesar del talento musical generalizado, constituyen un pueblo torpe para la música orquestal.
Quiero insistir en describir la situación preexistente porque, como señala Hegel, el rasgo fundamental de las innovaciones revolucionarias es que ellas se interiorizan en las comunidades con tal intensidad que las gentes llegan a olvidar el genio innovador de dónde surgieron. Pero mientras ésto ocurre, mientras las instituciones culturales no se consoliden, debemos tener presente la situación antecedente, no sólo por acto de justicia y reconocimiento, sino porque existe el riesgo asolador del "salto atrás": que los torrentes de la ineptitud derrumben los puentes espirituales antes de que éstos se conviertan en instituciones permanentes.
Para describir nuestro desierto desesperanzador quiero relatar mi propia experiencia. A principios de la década de los 70 regresó a Venezuela mi sobrino Florentino Mendoza. En cierto momento me comentó que estaba ensayando en una "orquesta sinfónica" algo así como la Quinta Sinfonía de Beethoven. Me quedé atónito, porque conocía al detalle su gran talento, su formación de ínfimo principiante y la diabólica indisciplina de él, quien había vivido conmigo en Alemania desde 1969 a 1971. Decidí que ese tal José AntonioAbreu o era un loco o era un irresponsable. Me negué a asistir al concierto inaugural que fue pocos meses después. Al poco tiempo leí en Mérida que un ilustre compositor mexicano visitaba nuestro país. Al finalizar la estadía un periodista le preguntó:
--¿Prevé regresar para otro concierto con nuestra Sinfónica profesional?
La respuesta, sumamente franca, todavía retumba en mis oídos:
--Casi no dirijo en el exterior, y no me interesa dirigir una orquesta mediocre. Pero lo que sí haría con entusiasmo es volver a dirigir la nueva orquesta juvenil, ¡es excelente!.
Se trataba de una de las glorias de la música latinoamericana, el maestro Carlos Chávez. Cuando volví a Caracas, tras escuchar por primera vez un concierto de la institución naciente, me tragué públicamente mis palabras, fruto de dos siglos de pesimismo. El artículo urgente que escribí entonces, terminaba con una cita de Miguel de Unamuno, que sigue siendo vigente para describir el esfuerzo, sin antecedentes, del maestro Abreu: "El que no intenta lo absurdo, nunca logrará lo imposible".Máxima que constituye el leitmotiv de un largometraje magnífico, Tocar y Luchar.
De aquella semilla inicial surgió el movimiento que ha desmitificado la música de orquesta, poniéndola al alcance de 250.000 niños y jóvenes, de todas las clases y estamentos sociales. Ello ha abonado el terreno para lograr lo que hace poco parecía un "absurdo": que tengamos por lo menos una orquesta profesional en cada estado. Y también, citando palabras de uno de los fundadores de la orquesta juvenil: "Que Venezuela se convierta en la primera potencia orquestal mundial". Modelo respetado por los países más cultos y civilizados del mundo.
Pero más importante que la formación musical, en sentido estricto, está el enorme esfuerzo de autoestima, disciplina en el trabajo colectivo, fe en las posibilidades de superación, en resumen, formación de la ética ciudadana, que seguirá acompañando a los que pasan por las orquestas de Abreu durante todas sus vidas.Comenta un ilustre filósofo que en eso consiste la verdadera inmortalidad, cuando un pueblo olvida el nombre del creador, como ocurre hoy con Freud con el subconsciente. Lo digo a plena conciencia, yo estoy seguro de que la influencia más importante que recibieron mis dos hijos fue su paso por las orquestas infantiles. En el trabajo colectivo, creativo y fulgural."
2 comentarios:
Hola Maria Isabel
Ojalá que todos los padres entraran en el blog. Que bueno el artículo del nacional. Te felicito por mantener el blog actualizado. Gran labor.
Fabiola. ( Si quieres lo publicas)
Hola por si acaso no recibieron mi comentario anterior..mañana Domingo 19 a las 4:00 p.m. es el Concierto de Premiación en el Museo del Teclado, en Parque Central, donde Joselin ganó Segundo lugar..ojala puedan ir..el repertorio es bellisimo y ella lo canta como de primer premio...
saludos Francesca
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