Fue algo realmente espectacular tener la posibilidad de escuchar en primera fila a alguien de su calibre. En un auditorio tan pequeño -comparado con lo que puede ser una Sala Ríos Reyna, o cualquier escenario similar-, es posible ver la danza de los dedos sobre el teclado, es posible casi que observar cada músculo actuar, y definitivamente es posible darse cuenta de esos movimientos de muñeca de los que semana a semana escuchamos a los profesores comentar y corregir.
Además, el maestro Abreu, con esa bonomía que lo caracteriza, con esa paciencia de quien ha estado durante muchos años educando en la música, es capaz de dedicar a su público el tiempo necesario para responder aquellas dudas que, quienes tenemos un nivel básico de cultura en el área, generalmente tenemos a montón.
Ojalá logremos en la escuela descubrir la fórmula para que más personas puedan disfrutar de esta experiencia. Sé lo que significan las horas de la noche para quienes tenemos niños pequeños, pero quizás entre todos podamos descubrir cuál es el mejor momento para realizar estas actividades. Los invito a realizar sugerencias por esta u otra vía. Son oportunidades únicas para todos: padres, porque podemos incrementar nuestra cultura musical; jóvenes alumnos, porque pueden ver en acción un modelo de lo que pueden llegar a ser; y para todos y el público en general, porque se podemos disfrutar de excelentes intérpretes y enriquecernos como individuos.
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